Cómo un grupo alegre y despreocupado de damas y caballeros de la más frívola sociedad florentina busca ponerse a salvo durante la peste negra.
Giovanni Bocaccio escribió, entre 1348 y 1353, El Decameron, que puede ser considerada la primera novela con elementos modernos. La novela corta, término que proviene de novelle, novedad, narración breve, sin estructura complicada; alcanzó su expresión más alta en Italia entre 1313-1375.
Al sobrevenir en Europa la peste negra, en 1348, Bocaccio ya había producido una parte sustancial de su obra: las novelas El Filocolo (1335/36), Fiammetta (1343/44), y una extensa serie de poemas, en las cuales es posible encontrar numerosos elementos narrativos.
La terrible peste que diezmó Europa desde 1348 alcanzó una gran virulencia en Italia y los países vecinos. El mundo se sumerge en una crisis capaz de poner en evidencia lo mejor y lo peor, El Decamerón no sólo obedece a un plan muy preciso sino que cambia su temática hacia aspectos picarescos, narrados con absoluto realismo y trabaja, de un modo nuevo el universo de personajes.
Un grupo alegre y despreocupado de damas y caballeros de la más frívola sociedad florentina busca ponerse a salvo.
Se proponen seguir viviendo, en un lugar bucólico, los placeres de la gente de su clase y para entretenerse durante el ocio forzado deberán contar cada uno de ellos diez historias que abarquen una jornada.
De este modo, tal propósito es también un plan expresado en el título: deca, diez; hemera, día: es decir que se trata de cien cuentos, agrupados en diez jornadas.
Los personajes son siete mujeres y tres hombres que conforman un muestrario de caracteres muy diversos: Pampinea, la prudente; Filomena, la inflamada por el deseo; Elisa, la adolescente amargada, son ejemplos de algunos de los personajes femeninos. En cuanto a los masculinos, Pánfilo es el amante afortunado; Filóstrato el traicionado y Dioneo el desprejuiciado. A cada jornada antecede un preámbulo y cada una termina con canciones que aluden al tema de los cuentos.
El plan de novela no se agota allí, sino que, excepto en las dos primeras jornadas, de temática libre, los cuentos deben responder a un tema obligado, cuya enunciación está vinculada al mundo florentino de entonces. No se extrae de las historias ningún principio moral a respetar, no se condena a quienes protagonizan las alternativas picarescas y eróticas de los relatos, no se indagan las razones humanas. El autor simplemente enmarca y confiere la palabra a los distintos narradores que, en su diversidad, conforman el muestrario del mundo al cual pertenecen.
partir del siglo XIV: el comercio que renació luego de la peste, el uso de nuevos elementos, como el lino, que significó el abaratamiento del papel, la aparición de la imprenta y, más tarde, la edición de libros de bolsillo por parte del editor veneciano Aldous Manutius (1448/52-1515).
Todo ello da por resultado la difusión de una nueva clase de lecturas en la cual la temática de El Decamerón se inscribe. Bocaccio muestra descarnadamente algo en lo que no se inmiscuye, lo hace sin juzgar pero con distancia.
Un entorno trágico contiene a la vez la frivolidad y la esperanza de la superación, quizás sea esa la enseñanza que podamos extraer de una narrativa de encierro
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