El petróleo ha sido el motor de las economías en durante 150 años, sin
embargo, como cualquier recurso no renovable, es limitado y su consumo ya llegó
al límite máximo en 2005. En ese momento, la producción mundial alcanzó cerca
de 74.3 millones de barriles por día (mb/d), y el total de combustibles
líquidos, incluyendo las arenas de alquitrán, gas licuado y biocombustibles,
alcanzaron 85 mb/d. Desde entonces, la producción de crudo ha permanecido cerca
de 85.5 mb/d.
Dado que las economías de todo el mundo quieren crecer y el petróleo es el
principal motor de este crecimiento, la demanda de este combustible sigue en
aumento.
Desde hace décadas casi todo lo hemos obtenido del petróleo: energía para
transportar a bienes y personas, materia prima para producir alimentos o
productos que usamos en nuestra vida diaria. Peor aún, parte del petróleo que se
extrae se pierde en procesos ineficientes, para mantener el propio sistema de
transformación energética. El caso más patético es el automóvil porque sólo se
aprovecha 10 por ciento la gasolina necesaria para moverlo y el 90 por ciento
restante se queda en la cadena de transformación. Un automóvil parado en un
embotellamiento, es un dispositivo en donde gastamos un recurso energético
acumulado por millones de años, lo transformamos en CO2 y lo regresamos a la
atmósfera.
Embotellamiento de más de 100 kilómetros que colapsó a miles de ciudadanos chinos el pasado 14 de agosto en la autopista Pekín-Zhangjiakou
Los recursos petroleros almacenados en el subsuelo seguramente todavía son
importantes, pero ahora, extraerlos tiene un costo muy elevado, sobre todo si se
trata de la extracción de hidrocarburos desde aguas profundas, donde el riesgo
aumenta, así como la incertidumbre sobre la existencia de yacimientos
productivos. Los ejemplos más claros y cercanos los tenemos en el Golfo de
México, donde durante años Petróleos Mexicanos ha explotado aguas someras,
actividad que ha dejado cientos de derrames que afectan a comunidades cercanas,
sobre todo pesqueras y que contaminan los ecosistemas.
La experiencia más amarga es la que vivimos desde abril de 2010, cuando
ocurrió el derrame por la explosión de la plataforma Deepwater Horizon, de
British Petroleum, frente a las costas de Luisiana, en Estados Unidos. De los
4.9 millones de barriles vertidos al mar, sólo cerca de 800 mil fueron
recuperados en los intentos de limpieza y contención de la fuga. Esa cifra
supera los 3.3 millones de barriles que derramó la plataforma Ixtoc I en las
costas de Campeche en 1979, y que hasta este año era considerado el mayor
desastre ecológico de la historia.
Ha llegado el momento de cambiar el paradigma de cómo movemos al mundo.Es necesario aprovechar al máximo las fuentes de energía renovables como la
solar, del viento (eólica), de los océanos, y del interior de la tierra
(geotérmica) y de este modo evitar las peores
consecuencias del cambio climático.
http://www.greenpeace.org/argentina/es/Paginas/Energia-y--cambio-climatico/Las-causas/Energias-sucias/La-adiccion-al-petroleo/