
La frecuencia ideal del baño es un tema histórico de debate. Con
picos de interés virales, claro está. Cada vez que algún catedrático o
famoso publica o suelta ante las cámaras que lo de ducharse a diario es una afrenta directa para la piel, o que ni siquiera hace falta usar desodorante, las conversaciones sobre el asunto proliferan.
Hace diez años, Estados Unidos –a golpe de publicación científica y diversos estudios–, lideró la moda
de bañar a los bebés solo un día a la semana. El consumo de agua se
redujo en todo el territorio norteamericano. Sin embargo,
pocos padres parecieron dispuestos a perderse los gracejos, con los
patitos de goma, de sus retoños en la bañera. Tampoco a renunciar al
efecto terapéutico del agua, que los dejaba listos para caer en brazos
de Morfeo con mayor facilidad. Y he aquí el quid de la cuestión.
Además
de con la higiene, asociamos baño o ducha con términos como relajación o
tonificación y, muchas veces, el motivo de fondo para darse un segundo o
tercer remojón al día radica en relajar unos músculos especialmente
tensos o despabilarse antes de salir por la noche después de una jornada
maratoniana.
El mundo anda dividido: por un lado, están los extremistas, que
llegan a desaconsejar más de una ducha completa semanal; y por otro, los
adoradores del agua y sus efectos relajantes y/o tonificantes, que
piensan que con los productos adecuados, no tiene por qué haber límites.
¿Es exagerado darse más de dos duchas diarias? Probablemente, pero se
hace.
La generación más limpia de la historia
¿Pero dónde está el límite entre higiene y sobrehigiene? La Organización Mundial de la Salud ha fijado la duración de la ducha ideal en 5 minutos para conseguir un uso sostenible de agua y energía. Pero más allá del ahorro energético, hay que tener en cuenta otros factores que desaconsejan el abuso de higiene.La barrera que recubre nuestra piel para protegerla de manera natural puede desgastarse o alterarse a consecuencia de duchas indiscriminadas y el empleo de jabones inadecuados. La capa de lípidos (moléculas orgánicas) tiene un pH ligeramente ácido, que se sitúa en torno al 5,5. Este es el número clave que impide el paso a gérmenes, bacterias, virus y ácaros. Por eso es tan importante no alterar su acidez. Así lo señala la Academia Española de Dermatología y Venereología, que tiene su propia lista de enfermedades relacionadas con la sobrehigiene y afirma que nuestra piel solo está preparada para recibir una ducha al día. "De lo contrario, nos exponemos a enfermedades como la dermatitis atópica, infecciones como la pitiriasis o alergias", informan.
El doctor José Carlos Moreno, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Reina Sofía de Córdoba,
nos da las recomendaciones oficiales y pone un grado de sensatez en la
guerra abierta al agua. “Una ducha diaria no compromete nuestro manto
lipídico. El problema no está tanto en el exceso de agua como en el uso
del jabón, un producto que termina disolviendo nuestra envoltura natural
de defensa”, señala.
El olor es el motivo de fondo (en ocasiones, de terror) que lleva a
muchas personas a realizar continuos actos de lavado. Pero hay que dejar
claro, como señala el doctor, que el sudor no tiene por qué oler. “El
sudor apócrino, que es el que se genera en ingles y axilas, solo huele
si se une a bacterias que descomponen el aroma”. En el caso de
deportistas o personas que desarrollen trabajos de esfuerzo físico,
puede entenderse una segunda ducha por jornada, pero fuera de estas
situaciones extremas, lo más recomendable es, como sugiere el
especialista, “lavarse por partes, incidiendo en las zonas problemáticas
(pies, axilas e inglés) en lugar de repetir”. Siguiendo este protocolo,
no hay nada que obligue la ducha completa diaria, y no habría mayor
problema en ducharse dos o tres veces por semana.
Por supuesto, si el niño le llega del parque rebozado en arena,
mándelo directo a al baño (aunque sea la tercera vez del día). La edad,
por cierto, puede ser un factor determinante a la hora de marcar las
frecuencias: ”Con el paso del tiempo, la secreción sudoral va
disminuyendo, y en el caso de los ancianos, dos duchas semanales pueden
mantenerles limpios y libres de mal olor”.
Es preferible que el agua esté tibia. A temperaturas más altas, la piel se reseca y puede incluso llegar a cuartearse.
En el caso de darse dos o más duchas al día, conviene prescindir del jabón y limitar su uso a una de ellas.
El gel de baño debería tener un pH entre 5.5 y 6. Con un nivel superior al 6.5 se puede alterar el manto lipídico de la piel. Los productos que incluyan en su composición extractos de aceites vegetales también son recibidos con satisfacción por la epidermis.
No hay que friccionar fuerte sobre la piel. Las esponjas rígidas estarían desaconsejadas. Salvo casos aislados, basta con un leve masaje con la mano o una esponja extra suave para eliminar cualquier rastro de suciedad.
Es obligatorio hidratar la piel inmediatamente después de la ducha y cuando estemos completamente secos. El secado es especialmente importante en axilas, pies (entre los dedos) e ingles, para evitar la aparición de infecciones.
En el caso de darse dos o más duchas al día, conviene prescindir del jabón y limitar su uso a una de ellas.
El gel de baño debería tener un pH entre 5.5 y 6. Con un nivel superior al 6.5 se puede alterar el manto lipídico de la piel. Los productos que incluyan en su composición extractos de aceites vegetales también son recibidos con satisfacción por la epidermis.
No hay que friccionar fuerte sobre la piel. Las esponjas rígidas estarían desaconsejadas. Salvo casos aislados, basta con un leve masaje con la mano o una esponja extra suave para eliminar cualquier rastro de suciedad.
Es obligatorio hidratar la piel inmediatamente después de la ducha y cuando estemos completamente secos. El secado es especialmente importante en axilas, pies (entre los dedos) e ingles, para evitar la aparición de infecciones.
Pero ojo! no seas exagerado!
Este señor iraní estuvo más de 60 años sin bañarse
http://elpais.com/elpais/2015/02/09/buenavida/1423494328_078253.html