El colecho o cama familiar es una práctica en la que bebés o niños pequeños duermen con uno o los dos progenitores. Es una práctica normal en muchas partes del mundo.
Un estudio de 2006 reveló que, entre niños de la India de entre 3 y 10 años, el 93% dormían con sus padres. El colecho se practicó ampliamente hasta el siglo XIX
en Europa hasta que las casas comenzaron a tener más de un dormitorio y
los niños su propia cuna. En muchas partes del mundo el colecho se
practica simplemente para mantener al niño caliente durante la noche.
Recientemente se ha reintroducido el colecho en la cultura occidental por los partidarios de la crianza con apego, que incluyen el colecho entre las prácticas naturales para una crianza saludable y feliz de los niños.
Los beneficios del colecho:
Si se tienen
en cuenta las normas de seguridad, algunos profesionales tildan al
colecho de una experiencia muy integradora y positiva tanto para el niño
como para el padre. En muchas culturas se ha convertido al colecho en
una práctica habitual y natural, aunque nuestra cultura lo califica como
poco apropiada.
Algunos
estudios demuestran que cuando el bebé duerme con su madre, este alcanza
un sueño más calmo y profundo y amamantan más que los bebés que duermen
separados. Su despertar es breve, permitiendo a lo largo de la noche un
mayor descanso para ambos.
La madre
está atenta a nivel inconciente de que está compartiendo la cama con su
hijo, es así que podrá responder rápidamente a las necesidades del
pequeño. Su bebé llorará menos durante la noche y es así que su nivel de
estrés será menor, teniendo un impacto positivo a largo plazo en el
desarrollo emocional del pequeño.
El dormir en la misma cama, refuerza el vínculo afectivo entre los padres y el niño, siendo el sueño compartido facilitador de una interacción familiar más profunda.
Ciertos
estudios demuestran que quienes experimentaron el colecho en su primera
infancia, de adultos demostraron que poseían más autoestima, más
autocontrol, seguridad en sí mismos, tolerancia al estrés, mayor nivel
de optimismo y grado de felicidad.
Podemos
evitar la muerte súbita del bebé a la misma vez que ayudamos a que el
niño siga una correcta evolución de su sueño, disminuyendo su nivel de
ansiedad.
Las desventajas del colecho:
Los
profesionales que no están de acuerdo con esta práctica consideran que
es perjudicial para el bebé al existir un riesgo de asfixia o incluso de
aplastar al infante. También se observa que la relación con la pareja
se ve complicada al no haber naturalidad a la hora de tener intimidad.
Otras
investigaciones han descubierto que el dormir con los padres acarrea
diversos problemas de sueño para el niño, dormirían menos tiempo,
tardarían más en conciliar el sueño y además se despertarían más veces
durante la noche.
A medida de
que el bebé crece se vuelve un tanto intolerable para los padres las
patadas, la respiración fuerte, los movimientos bruscos. También algunos
padres consideran poco higiénico compartir el lecho con un bebé.
La Licenciada en Psicología Paula Fassari,
nos compartió su punto de vista: “En mi opinión los extremos no
son nunca buenos, por eso si bien no estoy a favor del colecho tampoco
considero que nunca debe llevarse a los hijos a la cama de los padres,
lo explico a continuación.
Sin dudas
hay que sopesar las variables en juego. Lo primero a tomar en cuenta es
que el colecho no es aconsejado para la salud y seguridad de los niños
menores de 1 año por aumentar el riesgo de síndrome de muerte súbita del
lactante. En esta etapa, además, si el bebé duerme con su madre, será
más demandante por las noches despertándose con mayor frecuencia para
tomar el pecho o mamadera (en gran parte porque percibirá el olor de su
madre y eso lo estimulará a alimentarse). Además de esto hay ciertos
riesgos en lo referido a la seguridad porque la cama no está preparada
para bebés y pueden caerse, por ejemplo, razón por la cual nunca
deberían quedarse solos allí (además del riesgo de que suban a la cama
mascotas u otros niños).
Un argumento
a favor suele ser que padres e hijos recuperan de este modo tiempo que
no han compartido en el día, no obstante, no está demostrado que este
sea tiempo de calidad. Todo esto sin embargo, no significa que el niño
deba dormir solo y alejado. Mientras el bebé es pequeño se recomiendan
espacios pequeños para dormir (como un moisés) que le dan más seguridad y
puede quedarse en el cuarto de sus padres un tiempo. Hoy contamos
además con los baby call que permiten a los padres escucharlos y
hasta verlos durante la noche aunque estén en otra habitación. El niño
se sentirá seguro si los padres acuden cuando él los necesita y si no se
lo deja llorar en exceso.
Una buena
estrategia es que desde el inicio se lleve al bebé a su cuna o moisés
durante el día para poder jugar allí y que de ese modo lo asocie con un
sitio de placer, de seguridad. Por otra parte, que duerma en su cama no
significa que no podamos dejar que se duerma en el pecho para luego
acostarlo. Las necesidades del bebé (tanto físicas como emocionales)
deben ser primordiales. No obstante todo lo dicho, y siguiendo la línea
del principio de que no son buenos los extremos, es
positivo que el niño a veces pueda compartir la cama de los
padres. Un buen momento por ejemplo son las mañanas: tal vez cuando el
bebé se despierta los padres aún no se han levantado y pueden traerlo a
su cama para jugar o mirar dibujitos (de los que ya disfrutan bastante a
partir del tercer mes). De ese modo se estará incentivando la
independencia del bebé, que cuente con sus espacios propios y que sus
padres también lo hagan (para que no se vea afectada su intimidad) sin
perjuicio de los vínculos afectivos que tan importantes son.
Es en este punto cuando la industria se pone a nuestro lado e inventa cosas como las siguientes
Conclusiones:
Para que el colecho realmente sea beneficioso, debe practicarse de manera natural y
consensuada por ambos padres. No puede ser utilizada esta práctica como
recurso desesperado para que el niño duerma ni a disgusto de uno de los
integrantes de la pareja, tampoco puede ser realizada como una manera
de compensar una necesidad del adulto.
Si uno
decide llevar a cabo el colecho, definitivamente debe de realizarlo de
una manera responsable. Entre las precauciones encontramos el no dormir
en un colchón demasiado suave; evitar el uso de un acolchado pesado; no
compartir la cama con el niño si sos fumador, tenés demasiado
sobrepeso o consumís drogas; alejá al bebé de peluches o almohadas
demasiado mullidas; no se puede cubrir la cabeza del bebé mientras él
duerme.
El colecho no debería extenderse más de los cinco o seis años del niño de acuerdo a varios profesionales. Si
esta práctica no te convence, siempre recurrir a algo intermedio
como compartir la misma habitación pero el bebé en su cuna y vos en tu
cama. Es un tema muy personal, pero si se decide practicarlo debe ser
por las razones correctas y que sea lo mejor para el pequeño sin
acarrear inconvenientes en la pareja.
¿Qué opinás al respecto?
http://psicologiapositivauruguay.com/2013/02/11/el-colecho-sus-beneficios-y-desventajas/