En la Edad Media, los monjes eran los eruditos de la sociedad. Los monasterios eran los grandes centros de la sabiduría, donde ejercían de copistas y escribanos y tenían grandes bibliotecas. La teoría del origen de la letra ñ la sitúa la tradición en este momento histórico por la falta de pergaminos por su elevado costo y para ahorrar tiempo. Al parecer los monjes se vieron obligados a abreviar algunas letras duplicadas para encajar el mayor número de palabras en cada línea. De hecho, una de las primeras letras ñ de la historia la encontramos en un texto fechado en 1176.
La explicación de esta teoría es que sobre la letra duplicada que no se suprimía se escribía un trazo horizontal, conocido en la actualidad como virgulilla (~) porque parecía una serpiente. Es decir, que lo que conocemos como la letra ñ es en realidad el resultado de la abreviatura de dos enes consecutivas: así, por ejemplo, de donna surgió doña.
El sonido de la nueva letra también tiene su propia teoría. Según esta, la eñe surgió para dar voz a algunos fonemas heredados del latín que aparecieron en el siglo IX como formas distintas de transcribir el sonido. Entre estas combinaciones se encontraban la doble n en palabras como annus (año), mn en palabras como damnu (daño), gn en palabras como pugnus (puño), ng en palabras como ringere (reñir) y la sílaba ni más una vocal en palabras como senior (señor).
Estas composiciones de letras suponían para los monjes una inversión de tiempo, así que en su afán de economizar surgieron distintas adaptaciones según las lenguas. El castellano y el gallego optaron por esta fórmula de la ñ escrita y pronunciada, mientras que el portugués creó la combinación nh (Espanha), el francés y el italiano optaron por la combinación gn (Espagna) y el catalán introdujo la fórmula ny (Espanya).
La combinación de los fonemas anteriores se continuó utilizando de manera indistinta hasta el siglo XIII, cuando el rey Alfonso X, El Sabio realizó la reforma ortográfica siguiendo su política de unificación lingüística. El monarca, fiel a su apodo, era un gran lector, escritor e intelectual de la época, e introdujo la eñe como la opción preferente para reproducir las combinaciones fonéticas anteriores y fijar así las primeras normas del castellano. Cuando su uso estaba extendido por la Península Ibérica, Antonio de Nebrija incluyó la ñ en la primera gramática española de 1492.
En los años 90 del siglo pasado, cuando por exigencia de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE) se planteó eliminar la ñ para favorecer la uniformidad de los teclados de escritura de los aparatos tecnológicos. De hecho, internet marginaba esta letra (junto a tildes y diéresis), que no pudo aparecer en las direcciones de correo electrónico ni de dominios web en España hasta el 2 de octubre de 2007. Los autores de semejante abuso y de tamaña arrogancia deberían saber que la ñ no es una antigualla arqueológica, sino todo lo contrario: un salto cultural de una lengua romance que dejo atrás a las otras al expresar con una sola letra un sonido que en otras lenguas sigue expresándose con dos”..
La polémica se acabó cuando el Gobierno español, para consolidar la protección de la letra ñ, aprobó un Real Decreto el 23 de abril de 1993 que mantenía la obligación de la ñ en los teclados, acogiéndose al Tratado de Maastricht, que admitía excepciones de carácter cultural que ya existieran antes de la creación de la UE.
Es la única letra que se originó en España y que a pesar de su excepcionalidad, ya que es muy poco frecuente y suele aparece apenas 0,3 veces de cada 100 palabras, encierra con personalidad, tanto en su grafismo como en su pronunciación, una parte importante de la identidad cultural hispana en el mundo.
El problema principal de la letra ñ es que el inglés, la lengua dominante, no tiene ni esa letra ni ese fonema, y todo lo que no tenga el inglés parece extraño en el mundo.
https://elpais.com/cultura/2021-04-23/la-letra-n-la-identidad-del-espanol-en-el-mundo.html#:~:text=Hay%20que%20remontarse%20200%20a%C3%B1os,remontar%20hasta%20la%20Edad%20Media.