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miércoles, 25 de enero de 2017

Cómo actuar cuando un niño se lastima o se golpea



Cuando un niño cae o se golpea, la respuesta habitual es llorar como expresión del dolor que le produjo el golpe o simplemente por la frustración de haber fallado en el intento de lo que estaba por realizar. Muchas veces además de llorar busca consuelo en la mamá (o en la persona que se encuentre a su cuidado: el papá, la abuela, la maestra).

En nuestra cultura, es una respuesta que escuchamos a menudo por parte de los adultos decirle al niño para consolarlo: “ya pasó”, “no pasó nada”, “no fue nada”. ¿Pero nos pusimos a pensar alguna vez que le estamos transmitiendo con esta respuesta? Es como si le dijéramos: “Te golpeaste, pero hagamos de cuenta que no te dolió o que no te frustra haber fallado, así que no llores porque acá no ha ocurrido nada”. Tenemos incorporada una tendencia a negar no sólo lo ocurrido, si no también el sentimiento que esto despierta (enojo, ira, frustración) y más aún su expresión, es decir, el llanto.

¿Qué produce esto en un niño pequeño? Probablemente que no se sienta comprendido ni escuchado, que perciba que no hay lugar para la frustración o el dolor en esa familia y mucho menos para expresarlo. Si un niño vivencia en forma constante y reiterada esta falta de comprensión y de empatía por parte de las personas en quienes confía, es muy probable que aprenda a hacer lo mismo, es decir, a no escuchar ni conectarse con sus propias emociones.

Hoy sabemos que desconocer y negar los sentimientos no es sin consecuencias. Una de ellas y tal vez la más nociva, es la que conduce a no confiar en la información que proviene de nuestro mundo interno. Si las personas que me quieren y me cuidan desoyen mi llanto, niegan mi tristeza o responden con indiferencia, entonces quiere decir que esa información sobre las emociones que recibo desde mi interior no es importante.

Una respuesta muy diferente por parte de un adulto frente a un chico que llora, sería preguntarle qué le ocurre. Si ya tiene edad para responder con palabras, podemos preguntarle si nos quiere contar lo que siente. Y si aún no habla o lo hace de forma muy rudimentaria, podemos ayudarlo a encontrar las palabras más adecuadas para expresar su malestar: ''¿estás triste porque te dolió el golpe?''; ''¿estás enojado porque querías correr muy rápido y te resbalaste?" Validar la emoción de un niño es justamente eso, darle entidad y realidad a lo ocurrido y al mismo tiempo, asociarlo a un sentimiento. De esta manera le estamos enseñando no solo a identificar sus emociones, sino también a reconocerlas y aceptarlas. Le transmitimos que la sensibilidad no es una debilidad si no una fortaleza, que le permitirá estar en contacto con su mundo interno y además que las palabras son un buen medio para expresarlo.




Lic. Ivana Raschkovan. Psicóloga clínica. Docente de la Facultad de Psicología (Universidad de Buenos Aires), Cátedra Clínica de Niños y adolescentes

7 comentarios:

  1. Me pasó lo siguiente estando con mi nieto que no tenía aún ni un par de años, se cae de boca, la cara llena de sangre, se había roto un labio, yo me "acojoné", y salí pitando para ver a un médico, me veía acusado de todo habido y por haber, vamos que me veía en la cárcel por no prestar atención suficiente, al final en un segundo, el medico le quitó la sangre y no hizo falta nada más, como me vería el médico, que tuvo que tranquilizarme, cuando se lo cuento a mi nieto hoy tiene 10 años, nos reímos.

    Un abrazo.

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  2. Visto así.... una entrada para reflexionar
    Bsos

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  3. Casi nunca somos conscientes de cómo les afecta a nuestros niños algo que escuchan de nosotros. O, como en este caso, lo que no escuchan.

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  4. EL SANA SANA CULITO DE RANA...ES GENIAL.
    SI ES UNA BOBADITA Y UN BESITO Y YA ESTA..LO PASO MAL PERO ESTO SIEMPRE ME RESULTO.
    CHAUCITO

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  5. Excelente concejo no todos sabemos como actuar frente a estas situaciones y tratamos de restarle importancia generalmente para que no sufra mucho y metemos la pata sin querer... Mi nieto menor de 2 años saltando en la cama de los padres se cayó y se rompió el cúbito y el radio, está enyesado desde arriba del codo pero no le impide seguir con sus travesuras y el domingo se le cayó encima una reposera, salí corriendo para sacarlo de debajo de ella y consolarlo pero después parece que hice mal en decirle "¡Viste, la abu te dijo que no jugaras así!" Ja...ja...ja... Cuánto tengo que aprender todavía!!! Besos Norma...

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Gracias por pasar por mi espacio el cual está hecho pensando en vos

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