El artista chino Cai Guo Qiang, responsable de los fuegos de artificio
de los Juegos Olímpicos de Beijing, se encuentra en Argentina dando
forma a la muestra "Impromptu" que inauguró el 13 de diciembre con los emblemáticos murales que dibuja a base de pólvora, explosiones
y fuego.
Cai Guo Quiang, uno de los artistas chinos más
reconocidos del momento, ganador del prestigioso Premio Imperial y
primer curador del Pabellón Chino en la Bienal de Venecia, llegó al país
hace unos días, en su tercera visita, para
preparar también el proyecto de explosión "La vida es una milonga" que
iluminará el puente transbordador de La Boca la noche del 24 de enero.
Este hombre de 56 años hace 18 que vive en Nueva York , preparó junto a medio centenar de alumnos de la Universidad Nacional de las Artes y otros tantos del Instituto Municipal de Cerámica de Avellaneda el monumental proyecto.
Este hombre de 56 años hace 18 que vive en Nueva York , preparó junto a medio centenar de alumnos de la Universidad Nacional de las Artes y otros tantos del Instituto Municipal de Cerámica de Avellaneda el monumental proyecto.
Nacido en 1957 en Quanzhou, Cai estudió en el Shangai
Theatre Academy; vivió cerca de una década en Japón y luego se instaló
en la Gran Manzana desde donde continuó acaparando la atención de lo más
selecto del mercado de arte internacional con obras en la que
interactúan el video, el dibujo, la escultura,
siempre guiado por los dibujos de fuego que hace a base de pólvora.
Museo de Qatar
Evocando
el legado de sus antepasados, el poder de lo invisible sobre la forma,
Cai mezcla polaridades en sus trabajos: Oriente y Occidente, tradición y
contemporaneidad, Feng Shui, medicina China, cosmología taoísta,
filosofía budista, la precisión de los proyectos a gran escala y la
peculiaridad de lo artesanal.
Es así que comenzó a interiorizarse sobre el tango y se contactó con organizaciones barriales y sociales de la ciudad de Buenos Aires a
fin de profundizar sobre la cultura local -"el trabajo con la gente
completa su obra", explica a Télam-; y desde hace una semana desarrolla
la etapa 'in situ' del proceso iniciado hace nueve meses aquí.
En
los galpones de Pinzón 50 Cai supervisa su obra: Mientras alumnos del
UNA calan las formas reproducidas en tres planchas de papel que integran
uno de los murales -de 12 metros por tres- que expondrá en PROA este
verano, constata que los cortes coincidan con las líneas de la impresión
color del cementerio que fotografió entre Salta y Cachi.
"Me gustaría esparcir pólvora por todas partes, pero debo preservar las formas geométricas del cementerio para balancearlas en la pintura", explica mientras corrige el diseño e inicia esa onda expansiva de lenguas que lo acompañan por donde se presenta.
"Trataré de representar los rayos de luz entre las brumas, así es como siento a Argentina, muy mística, aunque estoy aprendiendo a ver cómo reacciona la pólvora en estos lugares", advierte a los presentes: los voluntarios que lo asisten en el proyecto, enfermeros, bomberos y expertos en fuegos artificiales atentos a apagar los restos de llamas y actuar ante cualquier accidente.
El proceso es extenso: a lo largo de cinco horas el artista se concentra en diagramar el dibujo, calar los espacios que luego rellenará con pólvora -mezclada con cereales para darle peso y evitar que se volatilice-, encimar las capas de papel tipo stencil y finalmente cubrirlas con más papel y ladrillos para contener la explosión que en tres segundos definirá el éxito o no de su planificación.
"Me gustaría esparcir pólvora por todas partes, pero debo preservar las formas geométricas del cementerio para balancearlas en la pintura", explica mientras corrige el diseño e inicia esa onda expansiva de lenguas que lo acompañan por donde se presenta.
"Trataré de representar los rayos de luz entre las brumas, así es como siento a Argentina, muy mística, aunque estoy aprendiendo a ver cómo reacciona la pólvora en estos lugares", advierte a los presentes: los voluntarios que lo asisten en el proyecto, enfermeros, bomberos y expertos en fuegos artificiales atentos a apagar los restos de llamas y actuar ante cualquier accidente.
El proceso es extenso: a lo largo de cinco horas el artista se concentra en diagramar el dibujo, calar los espacios que luego rellenará con pólvora -mezclada con cereales para darle peso y evitar que se volatilice-, encimar las capas de papel tipo stencil y finalmente cubrirlas con más papel y ladrillos para contener la explosión que en tres segundos definirá el éxito o no de su planificación.
Parece cirujano: zapatos de papel, barbijo,
guantes de látex con los que toma la pólvora de una fría mesa
instrumental para esparcirla con obstinación sobre el papel; y parece
también un artista experimental que desafía los límites de su
experiencia.
En el suelo se ve el mural, agujereado y ennegrecido por el fuego en varias partes: "Esto habla de su potencia y de un trabajo difícil de controlar -dice-. Los accidentes ocurren, hay incertidumbre y eso es lo que me atrae de la pólvora".
"Se trata de una poderosa obra que llamaré 'Cementerio en la distancia' -explica tras la explosión que imprimó la geometría del paisaje sobre el papel-. Quise retratar el Chi de la luz, que me pareció muy bella, la energía a través de las montañas y la vegetación árida".
En el suelo se ve el mural, agujereado y ennegrecido por el fuego en varias partes: "Esto habla de su potencia y de un trabajo difícil de controlar -dice-. Los accidentes ocurren, hay incertidumbre y eso es lo que me atrae de la pólvora".
"Se trata de una poderosa obra que llamaré 'Cementerio en la distancia' -explica tras la explosión que imprimó la geometría del paisaje sobre el papel-. Quise retratar el Chi de la luz, que me pareció muy bella, la energía a través de las montañas y la vegetación árida".
Eso y que "junto al papel habla de destrucción y renacimiento. La pólvora creada en el siglo II por la Dinastía Han era una medicina de fuego, servía para curar, y así es como pretendo utilizarla, para que la energía Chi viaje a través del dibujo", concluye.
En diálogo con la exhibición Impromptu, el sábado 24 de enero de 2015 el
artista presenta un único evento de explosión: ¨La vida es una milonga.
Tango de Fuegos Artificiales para Argentina”. Un espectáculo de fuegos
artificiales donde despliega, con música, nueva tecnología pirotécnica y
la participación del público, una propuesta artística que traza desde
la creatividad de los fuegos danzantes un recorrido a lo largo de la
historia del tango y del país en el transcurso del siglo XX
Backstage de estudios para La vida es una milonga
En diálogo con la exhibición Impromptu, el sábado 24 de enero de 2015 el artista presenta un único evento de explosión: ¨La vida es una milonga. Tango de Fuegos Artificiales para Argentina”. Un espectáculo de fuegos artificiales donde despliega, con música, nueva tecnología pirotécnica y la participación del público, una propuesta artística que traza desde la creatividad de los fuegos danzantes un recorrido a lo largo de la historia del tango y del país en el transcurso del siglo XX
De este modo realiza los murales
Qué raro y a la vez que bonito! Me gusta el resultado que deja la pólvora, sin duda me gustaría verlo en directo
ResponderEliminarUn abrazo y ten una bonita semana
extraordinario! a mi tambien me gustaria verlos en directo y casi casi olerlos tambien
ResponderEliminarBsos
Qué bonito el resultado final. Y mejor que se use así la pólvora antes que aplicarla a fines menos construcitivos.
ResponderEliminarQue resultados tan increibles con la polvora! No cabe duda de que cuando hay talento, se expresa de muchas formas!
ResponderEliminarBs!
Muy lindo resultado!!!
ResponderEliminarTe deseo una buena semana.....Besitos...