Un stent (endoprótesis vascular) de arteria coronaria es un pequeño tubo de malla de metal que se expande dentro de una arteria del corazón. Un stent a menudo se coloca durante o inmediatamente después de una angioplastia y ayuda a impedir que la arteria se cierre de nuevo.
No duele, no se siente nada, anestesia local y sólo verás, después del procedimiento, un pinchacito
Su historia
Lo creó el médico Julio Palmaz para problemas coronarios. Y ahora se lo utiliza para tratar problemas en todo el cuerpo.
Cuentan sobre él que de chico se la pasaba arreglando todo lo que encontraba en su casa de la ciudad de La Plata (Argentina). Que de grande se pudo dar el gusto de coleccionar autos antiguos. Y que en el medio, un día se puso a engordar chanchos hasta hacerlos explotar de colesterol. Y así, entre una cosa y la otra, a Julio Palmaz se le ocurrió eso que le sucede a muy pocos: un invento capaz de provocar una revolución.
Es imposible saber cuántas fueron, porque de tantas, las vidas que el médico Palmaz salvó se cuentan de a millones. Sólo en la Argentina, se colocan 40 mil dispositivos por año.
Fue en 1988, cuando Palmaz, un brillante egresado de la Universidad de La Plata, logró patentar el stent y así convertirse en el creador de un pequeño tejido de alambre que evitó que ocho de cada diez pacientes coronarios terminaran con el pecho abierto en una cirugía.
¿En qué consiste un stent? Es una malla metálica diseñada para reestablecer y mantener el flujo sanguíneo cuando se produce una obstrucción. Alfredo Bravo, miembro del CACI, lo explica así: “Hay que imaginarse un túnel que se vino abajo. Si uno va excavando, la estructura se cae, pero si uno le pone un encofrado, la estructura se mantiene firme. Eso es un stent”.
Aunque pueden llegar a medir hasta varios centímetros, los más pequeños, los coronarios apenas llegan a los 5 milímetros. Para colocarlos sólo se requiere una intervención con anestesia local y una pequeña incisión.
El invento de Palmaz fue tan grande que terminó sirviendo para destapar arterias y venas en cualquier lugar del cuerpo que lo pidiera. Y de allí, siguió creciendo para dar alivio a obstrucciones en bronquios, tráqueas o esófagos. Así, el stent dejó de ser propiedad de los cardiólogos y sirvió para intervenir pacientes con cáncer de pulmón, con problemas renales o aneurismas cerebrales.
Aunque hubo trabajos previos –de hecho su nombre deriva de un dentista inglés del siglo XIX, Charles Thomas Stent– Palmaz fue quien terminó de desarrollar la técnica mientras trabajaba en Radiología Diagnóstica de la Universidad de California Davis. Hoy el stent se utiliza en distintas ramas de la medicina y el riesgo de reobstrucción es de 0,6 a 1 por ciento al año.
En estos 25 años, el stent fue evolucionando, pero el concepto sigue siendo el mismo que imaginó Palmaz: una malla metálica que se inserta con una cánula para expandir un conducto tapado. Los últimos avances han logrado desarrollar un tipo que se vuelve biodegradable, es decir que una vez que se liberó la obstrucción, la malla se reabsorbe. Otros, en cambio, vienen recubiertos con una droga que se libera durante 30 días para evitar infecciones. Y también están los autoexpandibles, con forma de resorte que se va adaptando al conducto donde es colocado.
Si llegaras a tener obstruída una arteria no te asustes ni tengas temor cuando te digan que hay que colocar un stent. Después de la intervención sólo verás en tu cuerpo lo que quedó de un pinchacito con una aguja
Es imposible saber cuántas fueron, porque de tantas, las vidas que el médico Palmaz salvó se cuentan de a millones. Sólo en la Argentina, se colocan 40 mil dispositivos por año.
Fue en 1988, cuando Palmaz, un brillante egresado de la Universidad de La Plata, logró patentar el stent y así convertirse en el creador de un pequeño tejido de alambre que evitó que ocho de cada diez pacientes coronarios terminaran con el pecho abierto en una cirugía.
¿En qué consiste un stent? Es una malla metálica diseñada para reestablecer y mantener el flujo sanguíneo cuando se produce una obstrucción. Alfredo Bravo, miembro del CACI, lo explica así: “Hay que imaginarse un túnel que se vino abajo. Si uno va excavando, la estructura se cae, pero si uno le pone un encofrado, la estructura se mantiene firme. Eso es un stent”.
Aunque pueden llegar a medir hasta varios centímetros, los más pequeños, los coronarios apenas llegan a los 5 milímetros. Para colocarlos sólo se requiere una intervención con anestesia local y una pequeña incisión.
El invento de Palmaz fue tan grande que terminó sirviendo para destapar arterias y venas en cualquier lugar del cuerpo que lo pidiera. Y de allí, siguió creciendo para dar alivio a obstrucciones en bronquios, tráqueas o esófagos. Así, el stent dejó de ser propiedad de los cardiólogos y sirvió para intervenir pacientes con cáncer de pulmón, con problemas renales o aneurismas cerebrales.
Aunque hubo trabajos previos –de hecho su nombre deriva de un dentista inglés del siglo XIX, Charles Thomas Stent– Palmaz fue quien terminó de desarrollar la técnica mientras trabajaba en Radiología Diagnóstica de la Universidad de California Davis. Hoy el stent se utiliza en distintas ramas de la medicina y el riesgo de reobstrucción es de 0,6 a 1 por ciento al año.
En estos 25 años, el stent fue evolucionando, pero el concepto sigue siendo el mismo que imaginó Palmaz: una malla metálica que se inserta con una cánula para expandir un conducto tapado. Los últimos avances han logrado desarrollar un tipo que se vuelve biodegradable, es decir que una vez que se liberó la obstrucción, la malla se reabsorbe. Otros, en cambio, vienen recubiertos con una droga que se libera durante 30 días para evitar infecciones. Y también están los autoexpandibles, con forma de resorte que se va adaptando al conducto donde es colocado.
Si llegaras a tener obstruída una arteria no te asustes ni tengas temor cuando te digan que hay que colocar un stent. Después de la intervención sólo verás en tu cuerpo lo que quedó de un pinchacito con una aguja
http://www.clarin.com/sociedad/revolucionario-stent-cumple-anos_0_976102526.html
buenos dias querida Norma!!!
ResponderEliminarPaso solo a saludarte ya que hoy me incorporo a la normalidad y estoy un poco liadilla despues de todos estos dias dejando mis asuntos en manos de otro jejejejej solo t saludo y encuanto me asiente hechare un vistacillo a todos lo que nos has enseñado estas tres semnas q he faltado...un abrazo enorme!!! :D
Hola Normita,que bendición este invento que ha salvado y salvará tantas vidas!!!Que tengas una hermosa semana,besitos.
ResponderEliminarLa verdad es que los stent han salvado muchas vidas y como bien dices es una cirugía poco invasiva...
ResponderEliminaresas son los inventos que necesitamos, y no tanta inversión en tecnologia de guerra o espacial...
un abrazo y feliz semana
Buen día, Norma, gracias por la información, bendita sea la ciencia cuando se utiliza para salvar vidas.
ResponderEliminarBesos y feliz inicio de semana.
Gracias a Dios que existen estos inventos tan buenos.
ResponderEliminarSaludos y gracias por tus palabras.
Ale
Costa Rica
increible que una cosa tan pequeñita pueda salvar una vida! una entrada muy interesante
ResponderEliminarBsos
Qué avances de la ciencia, maravillosos.
ResponderEliminarA pesar de lo sencillo de la intervención espero no necesitarla nunca.
ResponderEliminarBesitos
Muy interesante, como todo lo que presentas. Besos
ResponderEliminarQué increíble que sea tan rápida y fácil la recuperación. Todo lo que sea cardiológico asusta, pero es de lo que mas avanzado está.
ResponderEliminarBesitooo!
En estos temas se ha avanzado mucho, menos mal! Esperemos que en otros igual de importantes, también.
ResponderEliminarBesos.
Es un invento revolucionario, que hiso disminuir las cirugias a cielo abierto
ResponderEliminarun abrazo
Muy interesante la información. Alucino con el avance de la ciencia.
ResponderEliminarUn besote de Lamiradadeluci
carina, mi amiga con quien administro "a que no funciona" tiene colocado un stent y nunca me ha dado alguna queja de él.
ResponderEliminarsaludos.